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La búsqueda actual de una alimentación sana y natural ha llevado a que determinados productos y alimentos se demanden más. Es el caso del kéfir, un gran desconocido para muchos pero mencionado habitualmente en foros de alimentación y dietética. Pero, ¿qué es exactamente el kéfir?, ¿para qué se usa?, ¿qué beneficios aporta?...

El kéfir, según nos cuenta la dietista-nutricionista Marta González Caballero, “es un producto lácteo cremoso originario de la región del Cáucaso”. Aunque su textura es muy parecida a la del yogur, no hay que confundirlos porque el proceso de fermentación de ambos es diferente: “el kéfir fermenta la leche mediante una reacción lacto-alcohólica y el yogur a través de una reacción láctica”, nos aclara la experta.

Conociéndolo más a fondo
El kéfir que más se conoce y el más consumido es el de leche, es decir, aquél que fermenta en leche. Pero no es el único tipo que existe. También está el de agua que, como su nombre indica, fermenta en el líquido elemento; y, el menos conocido, el de kombucha. La experta nos explica que éste “se trata de un té endulzado elaborado por fermentación de una colonia de microorganismos denominada ‘colonia kombucha’ formada por el Bacterium xylinum y varias levaduras”.
Los beneficios del kéfir son múltiples. El de agua, por ejemplo, es apto para las personas con intolerancia a la lactosa puesto que no necesita de leche. Pero también el de leche puesto que “descompone ésta en nutrientes más simples y la hace más digestiva y tolerable”, apunta González Caballero. Además, es aconsejable contra el estreñimiento, regenera la flora intestinal y combate las bacterias perjudiciales del sistema digestivo. Por si fuera poco, sólo “contiene 60 calorías por cada 100 gramos y su índice glucémico es bajo, de 35”, apunta la especialista