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 A sí mismo, carecer de vitaminas es casi tan malo como abusar de ellas. El consumo de complementos vitamínicos parece ser que últimamente se ha convertido en un hábito, y mucha gente los toma diariamente sin siquiera saber si exceden las dosis diarias recomendadas, ocasionando en muchos casos síntomas como dolores de cabeza, pérdida del apetito, debilidad, náuseas, caída del cabello, etc. (como mencionamos anteriormente, este abuso se da en el consumo excesivo de vitaminas liposolubles ya que el exceso de las hidrosolubles se excreta por la orina)

Los enemigos de las vitaminas

 Alcohol: el consumo excesivo de bebidas alcohólicas, además de aportarnos calorías vacías y disminuir el apetito, causa especialmente la carencia de vitaminas B1, B2, B3, B6, y ácido fólico.

Tabaco: se les recomienda a los fumadores un aporte superior de vitamina C debido a que esta interviene en los procesos de desintoxicación reaccionando con los tóxicos del tabaco.
Drogas: incrementar el aporte de vitamina C por su poder desintoxicante y del grupo B debido a la falta de apetito que produce su consumo.
Tensión emocional, stress: en situaciones estresantes, las glándulas suprarrenales segregan una mayor cantidad de adrenalina, que consume una gran cantidad de vitamina C. También se necesitan mayores cantidades de vitamina E y de las del grupo B.
Azúcar o alimentos azucarados: al ingerir azúcar blanca o productos azucarados, nuestro organismo recurre a las reservas de vitamina B1 y minerales para metabolizarla.
Medicamentos: los anticonceptivos femeninos (estrógenos) repercuten negativamente en la disponibilidad de la mayoría de las vitaminas. Los antibióticos y los laxantes destruyen la flora intestinal, por lo que se puede sufrir déficit de vitaminas K o B12.